jueves, 21 de julio de 2011

Miguel Hernández - Mis ojos, sin tus ojos, no son mis ojos

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios
y son mis manos sin las tuyas, varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella
que en ti principia, amor, y en mí termina.

( MIGUEL HERNÁNDEZ )

Miguel Hernández - Troncos de soledad

Troncos de soledad,
barrancos de tristeza
donde rompo a llorar.

Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
páramo de ausentes.

Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos
que aún baten, que aún quisieran.

Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa
desolación que sientes.

Otero de tu cuerpo,
aún mi calor lo vence.

( MIGUEL HERNÁNDEZ )

Lope de Vega - Ya no quiero más bien que sólo amaros

Ya no quiero más bien que sólo amaros
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.

Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso conoceros,
para admirar el mundo engrandeceros
y para ser Eróstrato abrasaros.

La pluma y lengua respondiendo a coros
quieren al cielo espléndido subiros
donde están los espíritus más puros.

Que entre tales riquezas y tesoros
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros
de olvido y tiempo vivirán seguros.

( LOPE DE VEGA)

sábado, 16 de julio de 2011

Los envites del tiempo

Recientemente una pizca de arena ha caído al fondo de mi reloj vital.
Es algo incómoda la sensación de que el tiempo escapa a nuestro control, sin
poder hacer nada para hacer una pausa o rebobinar algún momento pasado.
¿A quién no le gustaría hacer una parada en el tiempo para tomarse un paréntesis
y reflexionar, o volver atrás para rememorar algún momento pasado especial?
A pesar de que no me gusta que el tiempo pase tan velozmente sea cómo sea y de no
poder saborear la vida con más calma, tengo la suerte de poder disfrutar de mi vida
plenamente en este momento y no lo cambio por nada en el mundo.

viernes, 8 de julio de 2011

Pablo Neruda - "La canción desesperada"

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado.

jueves, 7 de julio de 2011

Aquel banco nuestro

Elsa se encontraba sentada sobre aquel banco una tarde fría y sombría de Febrero.
Su rostro lo decía todo: con una sonrisa ligera tenía clavada la mirada en el suelo.
Ése gesto denotaba dolor y nostalgia con respecto a algún suceso importante que le
debió acaecer allí junto a un ser querido. 
La estampa era de lo más desoladora: el rumor del viento era lo único que parecía
acompañarla. Siendo una esclava de sus pensamientos, estaba abstraída de todo
lo que le rodeaba hasta tal punto que ya no notaba ni frío ni calor por su cuerpo.  


¿Adonde fue a parar lo nuestro?
No vivo ni muero por no tenerte,
Ya que vago pesarosa como un ente,
Delirando sólo con nuestro feliz reencuentro.  

Me asfixia imaginarte con otra mujer,
¡Ay, pobre, tonta e ilusa de mí!
Te amé tanto que pude ver y sentir por ti;
Nuestra inmensa pasión me hacía enloquecer.   

Me hallo sentada en el banco dónde todo empezó,
Una tarde en la que Cupido a tus labios me guió,
Lo que daría por revivir entonces cuando nuestro amor brotó.

No encuentro consuelo que me ayude a razonar,
Tantos meses de cariño no es algo fácil de olvidar,
Y que me abandonaras por una extraña me hace desvariar.