Recuerdo como tu piel brillaba, 
con tan dorado fulgor que 
el  mismo Sol de ti recelaba. 
Tus miradas me inspiraban,
tus caricias me hacían delirar 
y tus labios mi día endulzaban. 
Tu misterio sigue vivo en mí
tal y como te conocí aquella noche
aderezada de besos y frenesí.
tal y como te conocí aquella noche
aderezada de besos y frenesí.
Desde entonces, vuelvo a aquella playa cada atardecer 
de julio para buscarte, y cada día que paso sin éxito en 
mi misión, pienso más convencidamente que eres una 
diosa que se encarnó y me dejó prendado y herido con 
su abrasador amor.
No dejastes señal alguna de tu presencia terrenal excepto 
el calor con el que irradiaste mi piel y mi corazón. 
 
  
No hay comentarios:
Publicar un comentario