Ha llegado la primavera y aunque
no ha llegado de una manera convencional y evocadora con una ligero abrazo de
calor como sucedía antaño, no ha podido traernos mejor regalo que la lluvia y
la nieve.
Hay que ser ante todo realista;
nos guste o disguste más o menos las gotas de agua o los copos de nieve, es
justo lo que más necesitamos para que se depure el hasta ahora viciado aire de las
grandes ciudades y al mismo tiempo que se empape y humedezca la tierra.
Lamentablemente, necesitamos muchos días como éste, para que el secarral en el
que se ha convertido la superficie de España y esto algo que se gesta
complicado vista la tónica meteorológica dominante hasta ahora.
Esperemos que no lleguemos a una situación de sequía y que los cofrades alzireños no tengan que volver a recurrir a sacar a la Virgen de LLuc en
paso, ni que los neo-druidas celtas norteños tengan que invocar a Mari de Amboto.
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