miércoles, 27 de octubre de 2010

La diosa de mi amor

Recuerdo como tu piel brillaba,
con tan dorado fulgor que
el  mismo Sol de ti recelaba.

Tus miradas me inspiraban,
tus caricias me hacían delirar
y tus labios mi día endulzaban.

Tu misterio sigue vivo en mí
tal y como te conocí aquella  noche
aderezada de besos y frenesí.
    
Desde entonces, vuelvo a aquella playa cada atardecer
de julio para buscarte, y cada día que paso sin éxito en
mi misión, pienso más convencidamente que eres una
diosa que se encarnó y me dejó prendado y herido con
su abrasador amor.
No dejastes señal alguna de tu presencia terrenal excepto
el calor con el que irradiaste mi piel y mi corazón. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario